⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀𝙋𝙚𝙣𝙩𝙝𝙤𝙪𝙨𝙚 · 𝙉𝙚𝙬 𝙔𝙤𝙧𝙠 · 03:33
Una joven observa cómo luces del exterior iluminan la estancia, apenas hay visibilidad, pero no es un problema para ella. Se mueve por el lugar como si le perteneciera, y en cierto modo así es. Sus dedos pasean por las superficies que van encontrando, dedicando atención a cada detalle, a cada nuevo tacto. Estos se detienen al llegar a una fotografía, es la única en la sala. En ella, una mujer rubia, esbelta y elegante, posa sujetando en ambas caderas a un niño y una niña pequeños, de unos tres años. Ellos la abrazan y sonríen, como quien abraza a su madre. O al menos así cree que sería, de tener una. Sujeta la fotografía para detallar las caras de las tres personas ahí, buscando similitudes. Los ojos no dejan lugar a dudas, si acaso había alguna.
Aún hay una leve esencia en el aire por su presencia, un aroma familiar, una mezcla que puede resultar excesiva para un olfato humano. Azufre y sangre. Puede que sus ropajes sean lo que aún atrae ese aroma, pues mantiene la túnica blanca y los pies descalzos que llevaba al llegar. Pensaba que se destruirían al romper el tiempo y a pesar de que no ha ocurrido, desearía que hubiera pasado. Los materiales y telas de ese lugar, se sienten mucho mejor de lo que lleva, tanto como recordaba. Es por eso que decide seguir explorando el lugar, buscando alguna de esas telas que pueda usar.
Pasillo tras pasillo, puerta tras puerta, su curiosidad va saciándose visitando cada rincón de ese lugar, sin detenerse en ninguno en concreto. No es hasta que en una de esas salas ve algunas telas, que se detiene. Es un dormitorio de muebles oscuros e iluminación roja, en uno de los laterales hay una enorme pared de cristal que deja ver las prendas que han llamado su atención. Las toca, las acaricia e incluso las huele. Es sin duda un olor nuevo, pero familiar de algún modo. Se deshace ahí mismo de su túnica, remplazando esa por una camisa blanca que luce grande en ella. La tela la distrae, pues la acaricia, la abraza y ríe por las sensaciones, tanto es así que no es consciente de la figura femenina que la observa desde la puerta por la que entró, sujetando una copa de vino tinto en la mano.
—Me pregunto, qué habré hecho ahora… — Habla la mujer de la puerta, observando a la joven que entonces se percata de su presencia.
La chica le dedica una sonrisa, a la vez que sujeta los puños de esa camisa y se pone sobre las puntas de sus pies, caminando hacia ella.
—Tú dirás, ¿no lo recuerdas? —Mientras habla, llega a la mujer que la observa, la misma que aparecía en la fotografía.
—Aún no, supongo que no tardarán en aparecer los recuerdos... Espero que esta vez, no haya daños secundarios, Satarah.
La joven encoge sus hombros, volviendo a reír. Antes de hablar, dedica unos segundos a observar a la elegante mujer frente a ella, a observarse .
—Quién sabe, no se nos da bien jugar con el tiempo, Satarah...
|| Por tiempo indefinido, se podrá rolear con la Satarah adulta así como la joven de 16 años. ||